Sólo creería en un Dios que supiese
bailar, escribió Nietzsche en su conocido libro Así habló Zaratrusta. ¡Ay el baile, ay la danza, qué comunión más hermosa
entre cuerpo y espíritu, entre sentimientos y sentidos! Paganos, creyentes,
antiguos, modernos, los humanos la han cultivado desde los tiempos más remotos,
y así queda constancia en vestigios arqueológicos y en sitios insospechados,
donde nuestros antepasados se reunían para danzas sagradas, alrededor de una
idea que les movía y movía y movía, a modo de los derviches turcos, quizá hasta
entrar en el feliz éxtasis.
Hoy traigo aquí dos muestras distintas y distantes, por
su personalidad, su vida y su legado. En ambas, cada cual a su manera, aparece
esa búsqueda de lo trascendente a través de la danza. Al final, y siempre, a mí
es lo que me interesa, me atrae y subyuga: la confluencia en un mismo lugar de
polos diametralmente opuestos. ¿Acaso hay otro manera?
Yo quería
seguir bailando pero Dios me dijo: Suficiente. No quiero el mal, quiero el
amor. Decidí trabajar más en la danza, y me puse a bailar como Dios… Tengo ganas
de llorar pero Dios me ordena que escriba. Yo siento la belleza. Yo amo la belleza.
Soy un artista que ama todas las formas y todas las bellezas. Debo decir que
veo sin ojos. Soy el sentimiento. Siento. Soy un loco que ama la humanidad. Mi
locura es el amor a la humanidad, así escribía en su diario Vaslav
Fomich Nijinsky (Kiev, 12 de marzo de 1890 - Londres, 8 de abril de 1950), bailarín
de ballet y coreógrafo ruso de origen polaco. Nijinsky fue seguramente uno de los más dotados bailarines en la historia,
y se hizo célebre por su virtuosismo y por la profundidad e intensidad de sus
caracterizaciones, y su habilidad para realizar saltos que evidentemente
desafiaban la gravedad fue también legendaria. Aquejado de esquizofrenia paranoide y de manía
persecutoria, vivió recluido en algún sanatorio o bajo la custodia de amigos y
familiares. Pasó sus últimos años entre Viena, Budapest, París y Londres, donde
murió en 1950, aunque fue enterrado en París. Un conmovedor relato de su vida y de su sufrimiento puede leerse en Locos Egregios, de J. Antonio Vallejo-Nájera, en Editorial Planeta, 1998.

¿Quién eras, quién eres?
Pequeño dios desnudo
clown de Dios
amas al instante
al primer paso
Nijinsky
¿Quién eras, quién eres?
Mudo ante Dios
entre dos guerras
mueca de risa y dolor
ante un Dios mudo
¿Quién eras, quién?
abandonado de Diaghiliev
padre en tu danza
Nijinsky
¿Quién eras, quién eres?
Equilibrista del vuelo....
vuelas
lo imposible
¿Quién eras? ¿Quién eres?
En el kairòs de Dios
coreògrafo del azar
¿Quién eras? ¿Quién eres?
Nijinsky
extranjero
polaco, en lengua rusa
En tu mundo de lobos
los corderos sangran
Nijinsky
preso de guerra
en Budapest
loco, en Saint Morizt
muda tu foto danza
Tocatta y fuga
sobre el velo
llama sagrada
Tocas
danza pagana
L´aprés midi d´une faune
Escribes
caligramas
danza inocente
y nos redimes
Nijinsky
Silvia Manzini
Y al otro lado, quiero traer aquí a Madeleine Delbrêl,
una mística cristiana francesa, asistente social,
ensayista y poetisa.
Nació el 24 de octubre de 1904 en Mussidan en Dordogne y murió el 13 de octubre de 1964. Se convirtió definitivamente a la fe a los 20
años. Sus escritos manifiestan unas grandes dotes poéticas y, sobre todo, una
profunda vida mística. Es considerada por muchos como una de las personalidades
espirituales más importantes del siglo XX.
«Si vas al fin del mundo, encontrarás la huella de Dios; si vas al fondo de
ti mismo, encontrarás a Dios», escribía.
http://www.oasidavid.it/oasidavid/danze%20ebraiche/index.asp |
Si estuviéramos contentos de ti,
Señor,
no podríamos resistir a esa necesidad de danzar que desborda el mundo
y llegaríamos a adivinar
qué danza es la que te gusta hacernos danzar,
siguiendo los pasos de tu Providencia.
no podríamos resistir a esa necesidad de danzar que desborda el mundo
y llegaríamos a adivinar
qué danza es la que te gusta hacernos danzar,
siguiendo los pasos de tu Providencia.
Porque pienso que debes estar
cansado
de gente que hable siempre de servirte
con aire de capitanes;
de conocerte con ínfulas de profesor;
de alcanzarte a través de reglas de deporte;
de amarte como se ama un viejo matrimonio.
de gente que hable siempre de servirte
con aire de capitanes;
de conocerte con ínfulas de profesor;
de alcanzarte a través de reglas de deporte;
de amarte como se ama un viejo matrimonio.
Y un día que deseabas otra cosa
inventaste a San Francisco
e hiciste de él tu juglar.
Y a nosotros nos corresponde dejarnos inventar
para ser gente alegre que dance su vida contigo.
inventaste a San Francisco
e hiciste de él tu juglar.
Y a nosotros nos corresponde dejarnos inventar
para ser gente alegre que dance su vida contigo.
Para ser buen bailarín contigo
no es preciso saber adónde lleva el baile.
Hay que seguir,
ser alegre,
ser ligero y, sobre todo, no mostrarse rígido.
No pedir explicaciones de los pasos que te gusta dar.
Hay que ser como una prolongación ágil y viva de ti mismo
y recibir de ti la transmisión del ritmo de la orquesta.
No hay por qué querer avanzar a toda costa
sino aceptar el dar la vuelta,
ir de lado,
saber detenerse y deslizarse en vez de caminar.
Y esto no sería más que una serie de pasos estúpidos
si la música no formara una armonía.
no es preciso saber adónde lleva el baile.
Hay que seguir,
ser alegre,
ser ligero y, sobre todo, no mostrarse rígido.
No pedir explicaciones de los pasos que te gusta dar.
Hay que ser como una prolongación ágil y viva de ti mismo
y recibir de ti la transmisión del ritmo de la orquesta.
No hay por qué querer avanzar a toda costa
sino aceptar el dar la vuelta,
ir de lado,
saber detenerse y deslizarse en vez de caminar.
Y esto no sería más que una serie de pasos estúpidos
si la música no formara una armonía.
Pero olvidamos la música de tu
Espíritu
y hacemos de nuestra vida un ejercicio de gimnasia;
olvidamos que en tus brazos se danza,
que tu santa voluntad es de una inconcebible fantasía,
y que no hay monotonía ni aburrimiento
más que para las viejas almas
que hacen de inmóvil fondo
en el alegre baile de tu amor.
y hacemos de nuestra vida un ejercicio de gimnasia;
olvidamos que en tus brazos se danza,
que tu santa voluntad es de una inconcebible fantasía,
y que no hay monotonía ni aburrimiento
más que para las viejas almas
que hacen de inmóvil fondo
en el alegre baile de tu amor.
Señor, muéstranos el puesto
que, en este romance eterno iniciado entre tú y nosotros,
debe tener el baile singular de nuestra obediencia.
Revélanos la gran orquesta de tus designios,
donde lo que permites toca notas extrañas
en la serenidad de lo que quieres.
que, en este romance eterno iniciado entre tú y nosotros,
debe tener el baile singular de nuestra obediencia.
Revélanos la gran orquesta de tus designios,
donde lo que permites toca notas extrañas
en la serenidad de lo que quieres.
Enséñanos a vestirnos cada día con
nuestra condición humana
como un vestido de baile, que nos hará amar de ti
todo detalle como indispensable joya.
Haznos vivir nuestra vida,
no como un juego de ajedrez en el que todo se calcula,
no como un partido en el que todo es difícil,
no como un teorema que nos rompe la cabeza,
sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo,
como un baile,
como una danza entre los brazos de tu gracia,
con la música universal del amor.
como un vestido de baile, que nos hará amar de ti
todo detalle como indispensable joya.
Haznos vivir nuestra vida,
no como un juego de ajedrez en el que todo se calcula,
no como un partido en el que todo es difícil,
no como un teorema que nos rompe la cabeza,
sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo,
como un baile,
como una danza entre los brazos de tu gracia,
con la música universal del amor.
Señor, ven a invitarnos.
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