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jueves, 7 de junio de 2012

EL BAILE DE LA OBEDIENCIA Y LA DANZA DE NIJINSKI



            Sólo creería en un Dios que supiese bailar, escribió Nietzsche en su conocido libro Así habló Zaratrusta. ¡Ay el baile, ay la danza, qué comunión más hermosa entre cuerpo y espíritu, entre sentimientos y sentidos! Paganos, creyentes, antiguos, modernos, los humanos la han cultivado desde los tiempos más remotos, y así queda constancia en vestigios arqueológicos y en sitios insospechados, donde nuestros antepasados se reunían para danzas sagradas, alrededor de una idea que les movía y movía y movía, a modo de los derviches turcos, quizá hasta entrar en el feliz éxtasis.
            Hoy traigo aquí dos muestras distintas y distantes, por su personalidad, su vida y su legado. En ambas, cada cual a su manera, aparece esa búsqueda de lo trascendente a través de la danza. Al final, y siempre, a mí es lo que me interesa, me atrae y subyuga: la confluencia en un mismo lugar de polos diametralmente opuestos. ¿Acaso hay otro manera?
            Yo quería seguir bailando pero Dios me dijo: Suficiente. No quiero el mal, quiero el amor. Decidí trabajar más en la danza, y me puse a bailar como Dios… Tengo ganas de llorar pero Dios me ordena que escriba. Yo siento la belleza. Yo amo la belleza. Soy un artista que ama todas las formas y todas las bellezas. Debo decir que veo sin ojos. Soy el sentimiento. Siento. Soy un loco que ama la humanidad. Mi locura es el amor a la humanidad, así escribía en su diario  Vaslav Fomich Nijinsky (Kiev, 12 de marzo de 1890 - Londres, 8 de abril de 1950), bailarín de ballet y coreógrafo ruso de origen polaco. Nijinsky fue seguramente  uno de los más dotados bailarines en la historia, y se hizo célebre por su virtuosismo y por la profundidad e intensidad de sus caracterizaciones, y su habilidad para realizar saltos que evidentemente desafiaban la gravedad fue también legendaria.  Aquejado de esquizofrenia paranoide y de manía persecutoria, vivió recluido en algún sanatorio o bajo la custodia de amigos y familiares. Pasó sus últimos años entre Viena, Budapest, París y Londres, donde murió en 1950, aunque fue enterrado en París. Un conmovedor relato de su vida y de su sufrimiento puede leerse en Locos Egregios, de J. Antonio Vallejo-Nájera, en Editorial Planeta, 1998.
    
     Nijinsky
    ¿Quién eras, quién eres?
    Pequeño dios desnudo
    clown de Dios
    amas al instante
    al primer paso
    Nijinsky
    ¿Quién eras, quién eres?
    Mudo ante Dios
    entre dos guerras
    mueca de risa y dolor
    ante un Dios mudo
    ¿Quién eras, quién?
    abandonado de Diaghiliev
    padre en tu danza
    Nijinsky
    ¿Quién eras, quién eres?
    Equilibrista del vuelo....
    vuelas
    lo imposible
    ¿Quién eras? ¿Quién eres?
    En el kairòs de Dios
    coreògrafo del azar
    ¿Quién eras? ¿Quién eres?
    Nijinsky
    extranjero
    polaco, en lengua rusa
    En tu mundo de lobos
    los corderos sangran
    Nijinsky
    preso de guerra
    en Budapest
    loco, en Saint Morizt
    muda tu foto danza
    Tocatta y fuga
    sobre el velo
    llama sagrada
    Tocas
    danza pagana
    L´aprés midi d´une faune
    Escribes
    caligramas
    danza inocente
    y nos redimes
    Nijinsky
   Silvia Manzini
  
           Y al otro lado, quiero traer aquí a Madeleine Delbrêl, una mística cristiana francesa, asistente social, ensayista y poetisa. 
          Nació el 24 de octubre de 1904 en Mussidan en Dordogne y murió el 13 de octubre de 1964.  Se convirtió definitivamente a la fe a los 20 años. Sus escritos manifiestan unas grandes dotes poéticas y, sobre todo, una profunda vida mística. Es considerada por muchos como una de las personalidades espirituales más importantes del siglo XX. «Si vas al fin del mundo, encontrarás la huella de Dios; si vas al fondo de ti mismo, encontrarás a Dios», escribía.
http://www.oasidavid.it/oasidavid/danze%20ebraiche/index.asp

Si estuviéramos contentos de ti, Señor,
no podríamos resistir a esa necesidad de danzar que desborda el mundo
y llegaríamos a adivinar
qué danza es la que te gusta hacernos danzar,
siguiendo los pasos de tu Providencia.
Porque pienso que debes estar cansado
de gente que hable siempre de servirte
con aire de capitanes;
de conocerte con ínfulas de profesor;
de alcanzarte a través de reglas de deporte;
de amarte como se ama un viejo matrimonio.
Y un día que deseabas otra cosa
inventaste a San Francisco
e hiciste de él tu juglar.
Y a nosotros nos corresponde dejarnos inventar
para ser gente alegre que dance su vida contigo.
Para ser buen bailarín contigo
no es preciso saber adónde lleva el baile.
Hay que seguir,
ser alegre,
ser ligero y, sobre todo, no mostrarse rígido.
No pedir explicaciones de los pasos que te gusta dar.
Hay que ser como una prolongación ágil y viva de ti mismo
y recibir de ti la transmisión del ritmo de la orquesta.
No hay por qué querer avanzar a toda costa
sino aceptar el dar la vuelta,
ir de lado,
saber detenerse y deslizarse en vez de caminar.
Y esto no sería más que una serie de pasos estúpidos
si la música no formara una armonía.
Pero olvidamos la música de tu Espíritu
y hacemos de nuestra vida un ejercicio de gimnasia;
olvidamos que en tus brazos se danza,
que tu santa voluntad es de una inconcebible fantasía,
y que no hay monotonía ni aburrimiento
más que para las viejas almas
que hacen de inmóvil fondo
en el alegre baile de tu amor.
Señor, muéstranos el puesto
que, en este romance eterno iniciado entre tú y nosotros,
debe tener el baile singular de nuestra obediencia.
Revélanos la gran orquesta de tus designios,
donde lo que permites toca notas extrañas
en la serenidad de lo que quieres.
Enséñanos a vestirnos cada día con nuestra condición humana
como un vestido de baile, que nos hará amar de ti
todo detalle como indispensable joya.
Haznos vivir nuestra vida,
no como un juego de ajedrez en el que todo se calcula,
no como un partido en el que todo es difícil,
no como un teorema que nos rompe la cabeza,
sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo,
como un baile,
como una danza entre los brazos de tu gracia,
con la música universal del amor.
Señor, ven a invitarnos.

martes, 1 de mayo de 2012

La cabaña solitaria y sonora


      
Si en su interior suena Bach, la música invadirá también todas las esferas celestes, escribía Manuel Vicent*, en un texto precioso que recupero de nuevo en este blog. La cabaña puede ser la celda de un monje, o el estudio de trabajo, o el banco de un parque, o el blog de un amigo. Ahí se pueden encontrar el silencio y la soledad, necesarios para la creación e imprescindibles para la sabiduría.
"Cabaña" del Monte Athos
Dijo Pascal que todo lo malo que le había ocurrido en la vida se debía a haber salido de su habitación. Se trata de un pensamiento muy certero, porque, bien mirado, todos los problemas que uno arrastra a lo largo de los años se derivan del hecho de haber abandonado aquella cabaña que un día montó en el jardín cuando era niño.
            El mito de la cabaña sigue teniendo hoy una fuerza extraordinaria. No hay escritor, artista famoso, político, hombre de negocios o banquero sacudido por el estrés que no sueñe con retirarse durante un tiempo a vivir en una cabaña lejos del mundo. Existen cabañas de muchas clases, según el subconsciente de cada uno; las hay de indio apache, de pastor, de leñador del bosque, de pescador escandinavo, de expedicionario perdido en el desierto, de náufrago en una isla de los mares del sur. Otras adoptan la forma de castillo medieval, con almena o sin almena, recias e inexpugnables. En todos los parques públicos y en los jardines de infancia se montan cabañas para que los niños jueguen a esconderse o a protegerse de unos enemigos imaginarios.

            Algunas son muy lujosas, pero ninguna se parece a aquella tan maravillosa y rudimentaria que construimos, cuando éramos niños, con cuatro palitroques y una empalizada de cañas en el desván, en el patio o entre las ramas de un árbol. La seguridad que nos daba aquella cabaña se perdió junto con nuestra inocencia. Un día dejamos de jugar. A partir de ese momento quedamos desguarnecidos, solos en la intemperie, lejos del mundo de los sueños, frente a unos enemigos reales.
            Es evidente que estamos rodeados de basura por todas partes. A cualquier hora del día nunca deja uno de ser agredido por la sucia realidad, por un acto de barbarie o de fanatismo. 
            Pero existen seres privilegiados, que son capaces todavía de montar a cualquier edad aquella cabaña de la niñez en el interior de su espíritu para hacerse imbatibles dentro de ella frente a la adversidad. Si uno la mantiene limpia es como si estuviera limpio todo el universo; si en su interior suena Bach la música invadirá también todas las esferas celestes. 
            Este reducto está al alcance de cualquiera. Basta imaginar que es aquella cabaña en la que de niños nos sentíamos tan fuertes.* El País, (12-4-09).

El monje en su celda/cabaña
Con otras palabras es lo que viene a decir Basili Girbau, ermitaño de Montserrat. La ermita en la que vive es una de tantas cuevas que horadan suavemente la montaña sagrada. Está cerrada con una cristalera, habilitando un reducido espacio que contiene una cama, una mesa, dos sillas, un hornillo de gas, una estantería con libros, una cruz, un par de retratos de Ramana Maharshi (Sabio hindú de este siglo) y un altar. Suficiente para el padre Basili, “El ermitaño de Montserrat”, que lleva quince años viviendo como Blanquerna, levantándose al alba, rezando y meditando, después de haber recorrido medio mundo como Ramon Llull. El padre Basil, de 66 años, luenga y poblada barba, un erudito conocedor de lenguas tan dispares como el árabe, el alemán o el hebreo, es en la actualidad el único habitante de las doce ermitas que hay en Montserrat.
- En una sociedad volcada al consumismo, ¿es posible vivir ascéticamente, como un ermitaño?
- Para el hombre que quiere hacerlo todo es posible con la ayuda de Dios. Existe una gracia, un no sé qué, un amor, que me da fuerzas para ir descubriendo que se puede vivir feliz sin tener que satisfacer tantas necesidades. Hay mucha gente que cree que si no tiene esto o lo de más allá no puede ser feliz. Y entonces, cuando quizás lo consigue tras muchos esfuerzos llega la pregunta: “¿Y ahora qué?¿Más cosas?”.
- ¿Y usted se ha contestado esta pregunta?
- Vivir. No se trata de filosofar ni de hacer un discurso, estás aquí ¿Qué más quieres? Respiras. Tu corazón palpita. ¿Qué importa ayer? ¿Qué importa el mañana? Estás aquí. Entonces ríe, ríe a reventar. Tienes lo indispensable. No te hace falta ni más ni menos.
- ¿Cómo tomó la decisión de retirarse aquí?
- Generalmente acostumbro a contestar que no lo sé. No existe una explicación puramente racional, no es sólo la mente la que actúa, es toda una corriente de vida que toma formas diversas. Aunque, ciertamente, no se me hubiera ocurrido pedir permiso para vivir en esta ermita si no me hubiera precedido un monje, el padre Estanislau, que estuvo aquí hasta el año 1972 y que continúa viviendo como ermitaño en otro lugar. Lo que deseo únicamente es profundizar en mi conciencia. Y con este profundizar creo que estoy ayudando a todos los hombres; no sólo yo, sino todos los que lo hagan. También pienso que es importante encontrar aquella dimensión que te ayuda a realizar la comunión con todas las personas, y esta distancia que te separa de donde las personas viven juntas, conviven, en cierta forma te ayuda a comprender mejor que es eso de la convivencia y te hace sentir mucho más cerca de ellas, aunque de otra manera.
- ¿No resulta difícil soportar esta soledad?
- Es algo que habría que preguntar al inquilino de uno de esos bloques anónimos, rodeado de centenares o miles de personas pero que vive una soledad realmente terrible. La soledad habita en el corazón.

Dicho queda.

    


          


lunes, 19 de marzo de 2012

Muere el Patriarca Shenuda III, guía de una de las iglesias más antiguas de Oriente



Un extraordinario enlace sobre la música copta: http://www.coptic.org/music/
Decenas de miles de cristianos ortodoxos continúan peregrinando hasta las inmediaciones de la catedral cairota de Abasiya para dar su último adiós al Papa Shenuda III, el patriarca de una de las iglesias más antiguas de Oriente que falleció el sábado a los 88 años de edad. A pesar de que el Consejo Episcopal hizo llamamientos para que no se dirijan más fieles a la catedral tras las avalanchas humanas del domingo, que dejaron al menos cuatro muertos y decenas de heridos -según datos de Efe-, los fieles tratan de visitar la capilla ardiente, abierta hasta mañana, día del funeral.
Miles de coptos han pasado la noche en la catedral cairota de Abasiya, que sigue abarrotada mientras en el exterior los fieles esperan su turno para ver el cuerpo de Shenuda. Por la mañana se celebró en la catedral la segunda misa con el cuerpo del papa presente y con la participación de 117 obispos miembros del Consejo Episcopal, de los cuales algunos han venido de América del Norte y de Europa.
Miembros de la policía militar, que se desplazaron anoche a la catedral, protegen el cuerpo del papa e intentan organizar la participación de miles de fieles en el velatorio.
Ha sido un golpe duro pero ahora está sentado junto a Dios. Solo rezamos para que el próximo cuide a sus fieles y preserve nuestras iglesias tanto como él lo hizo", declaró a ELMUNDO.es Abir, una joven de 30 años que con los ojos enrojecidos aún por el llanto y vestida de luto trataba de acceder al interior del templo, donde se ha instalado el velatorio hasta el funeral previsto para este martes.
"Nos enseñó a valorar la tolerancia y aunque pasamos por un momento en el que le necesitamos mucho, confío en que dios nos ayudará", señaló Abir. "Le echaremos de menos", agregó Maher Karam, un joven de 20 años que –ansioso por despedirle- ha olvidado las relaciones del fallecido con el derrocado Hosni Mubarak o aquellas primeras jornadas de la reciente revolución en la que el patriarca desaconsejó sumarse a las protestas.
Momento complicado para los cristianos
El deceso de Shenuda III, un monje que alcanzó la autoridad de la Iglesia Ortodoxa Copta en 1971, coincide con una de las etapas más complicadas para la minoría cristiana, que representa un 10% de la población. En las elecciones parlamentarias, las fuerzas islamistas lograron una amplia mayoría y el país más poblado del mundo árabe se prepara para los comicios presidenciales del próximo mayo y la redacción de una nueva constitución.
Está previsto que después del funeral, que se celebrará mañana a las 11.00 hora local (09.00 GMT) en la catedral, un helicóptero militar traslade el cadáver de Shenuda al monasterio de San Bishoy en el desierto de Wadi el Natrun, en la carretera entre El Cairo y Alejandría, donde será enterrado de acuerdo con su testamento. El miércoles, la catedral estará abierta para recibir a más altos cargos que quieran dar el pésame por la muerte de Shenuda.
Dos meses de transición en la Iglesia copta
El padre Bajomios, el miembro más anciano del Consejo de Obispos, sucederá durante dos meses a Shenuda III hasta que sea elegido el nuevo patriarca de entre la terna de candidatos. Tal y como establece la tradición, el azar guiará su proclamación: la mano de un niño será la encargada de elegir al líder de la Iglesia Copta.
El periódico árabe internacional 'Al Hayat' subraya que la "muerte del Papa Shenuda deja a Egipto en una encrucijada", por los cambios en la escena política con el ascenso de los islamistas y las tensas relaciones entre religiones.
El diario independiente egipcio 'Al Masry al Youm' titula "Egipto llora al león de la iglesia de San Marcos", en referencia al cabeza de la diócesis que dio origen al credo copto ortodoxo.
Según este periódico, la Iglesia copta ha comenzado los preparativos para el funeral y el entierro de Shenuda III el próximo martes, que se celebrará tras la llegada de los obispos que están en el extranjero.
Mientras, el rotativo estatal 'Al Ahram' da la noticia en portada con el título "Papa Shenuda ... Adiós". Este diario señala que "Egipto, la umma (nación) árabe y el mundo ha perdido uno de sus símbolos más famosos" con el fallecimiento de del Papa, que murió "tras un largo viaje en el que ha dado mucho a su país y a la humanidad".
Francisco Carrión | Efe | El Cairo

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/17/internacional/1332004597.html



miércoles, 30 de noviembre de 2011

In die illa stillabunt montes dulcedinem


Marc Chagall. Ángel azul. 

           
 Chateaubriand[1] se maravillaba al ver cómo se ha hallado un medio seguro de producir en un mismo instante, merced a un golpe de martillo, un mismo sentimiento en mil corazones diferentes, obligando a los vientos y a las nubes a hacerse intérpretes de los pensamientos humanos. Considerada luego como armonía, la campana es de esa belleza de primera clase que los artistas denominan lo grande. El fragor del trueno es sublime, y lo es tan sólo por su majestad; lo mismo acontece respecto del estrépito de los vientos, de los mares, de los volcanes, de las cataratas y de la voz de todo un pueblo
[...]
            Aún despierta sentimientos más dulces el sonido de las campanas. Cuando en el tiempo de siega, y al rayar el alba, se oye con el canto de la alondra el grato repique de las campanas de nuestras aldeas nos parece que el ángel de las mieses, para despertar a los trabajadores, suspira en algún instrumento hebreo la historia de Séfora o de Noemí. Tanto esa campana, agitada por los fantasmas en la antigua capilla de la selva, como la que para alejar la tempestad echa a vuelo en nuestros campos un religioso temor, y la que por la noche se tañe en algunos puertos de mar para dirigir al piloto a través de los escollos, tienen en sus confusos rumores sus encantos y maravillas. En una sociedad bien dirigida, el toque de rebato excita la piedad y el terror y despierta de esta manera las dos fuentes de las grandes emociones trágicas.
            Y nuestra escritora Emilia Pardo Bazán[2] lo expresaba con toda una gama musical en uno de sus relatos, donde se llenaban y acentuaban la soledad ruidos extraños, cadencias amortiguadas, suaves, que sugerían algo no perceptible para los sentidos. Eran quizás susurros de follaje estremecido por los dedos de sombra de la noche; revueltos de aves acomodándose en el nidal, para dormir erizando sus plumas; quejas flébiles del agua, que en las horas nocturnas solloza libremente, sin tener que reprimirse ante la alegre y burlona mirada del sol; resonancias del mar en la no lejana playa, propagadas en el aire tranquilo, con fúnebre solemnidad de hondo canto gregoriano, y, transmitidas de eco en eco, estrofas de cantares pastoriles, allá en el monte, donde se recogían al establo los lentos bueyes y las vacas de temblantes ubres. Leonelo se detuvo un instante, acortado de aliento, y se sentó en una piedra vieja, toda mullida de musgo, a escuchar aquel concierto vagamente difundido por los ámbitos del aire sosegado ya. De la cestilla ascendía aroma: Leonelo, al aspirarlo, sintió una embriaguez de recuerdos.
Marc Chagall. Enchantement vesperal.
Este luminoso concierto nocturno descrito por E. Pardo  Bazán, el sonido de la campana de Chateaubriand que despierta las dos fuentes de las grandes emociones trágicas aparecen bellamente descritos por el mágico torero Joselito[3], cuando define el mundo de la creación artística como el recinto mágico de la soledad, que ha sido básica en mí. Difícil, pero necesaria. He necesitado de ella, del espacio que te da, de la libertad que te trae, de los soliloquios que propicia. Mi vida ha estado llena de soledades. Cierto; es en la soledad donde el ser humano se enfrenta a su realidad, donde las cosas y acontecimientos adquieren su verdadera dimensión. Sé lo que sentido, lo que he sido capaz de transmitir; el claroscuro también me ha acompañado. He vivido la ilusión más desbordante y la pesadumbre más insospechada. He compartido mi vitalidad y mi tristeza, por igual. La emoción, la pureza, también nace del sufrimiento que uno acumula. O sobre todo ahí. Da igual que hablemos de toros o de poemas. He tenido la suerte, en ocasiones, de estar muy desanimado, derrumbado, hundido. Pero aceptaba que en mi forma de entender el arte estaba ese desequilibrio que en ocasiones me abrasaba. A mí me movía ese misterio del ánimo.
            Abunda ese sufrimiento que puede abrasar en el Libro de las Moradas de Santa Teresa de Jesús[4],  donde este dolor sabroso ­y no es dolor­ no está en un ser; aunque a veces dura gran rato, otras de presto se acaba, como quiere comunicarle el Señor, que no es cosa que se puede procurar por ninguna vía humana. Mas aunque está algunas veces rato, quítase y torna; en fin, nunca está estante,  y por eso no acaba de abrasar el alma, sino ya que se va a encender, muérese la centella y queda con deseo de tornar a padecer aquel dolor amoroso que le causa.
           


[1] François-René, vizconde de Chateaubriand (Saint-Malo, Bretaña, 4 de septiembre de 1768 - París, 4 de julio de 1848), diplomático, político y escritor francés considerado el fundador del romanticismo en la literatura francesa.
[2] Emilia Pardo Bazán (La Coruña, 16 de septiembre de 1851 - Madrid, 12 de mayo de 1921) escritora considerada como la introductora del naturalismo en España. La cita pertenece a la edición digital a partir de la de «Blanco y Negro», núm. 267, 1903 y cotejada con la edición crítica de Juan Paredes Núñez (Cuentos completos, La Coruña, Fundación Pedro Barrié de la Maza, Conde de Fenosa, 1990, T. III, pp. 331-333). 
[3] José Miguel Arroyo Delgado, Madrid, 1 de mayo de 1969.
[4] Teresa de Cepeda y Ahumada, Santa Teresa de Jesús,  nació en Gotarrendura (Ávila) el 28 de marzo de 1515, y murió en  Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582).

domingo, 30 de octubre de 2011

A un amigo: Cuando la música se apaga y el corazón grita.


Cuando la vida se confunde con la música, cuando los sonidos del órgano ya no acompañan a las melodías gregorianas, cuando la música duele como la vida, cuando los sonidos impiden entender hasta lo más sencillo, cuando los ecos del alma se escuchan agigantados dentro del vientre de la ballena de Jonás, cuando quizás se pierde toda esperanza, es entonces cuando
2 Jonás oró a Yahveh su Dios desde el vientre del pez. 3 Dijo: Desde mi angustia clamé a Yahveh y él me respondió; desde el seno del seol grité, y tú oíste mi voz. 4 Me habías arrojado en lo más hondo, en el corazón del mar, una corriente me cercaba: todas tus olas y tus crestas pasaban sobre mí. 5 Yo dije: ¡Arrojado estoy de delante de tus ojos! ¿Cómo volveré a contemplar tu santo Templo? 6 Me envolvían las aguas hasta el alma, me cercaba el abismo, un alga se enredaba a mi cabeza. 7 A las raíces de los montes descendí, a un país que echó sus cerrojos tras de mí para siempre, mas de la fosa tú sacaste mi vida, Yahveh, Dios mío. 8 Cuando mi alma en mí desfallecía me acordé de Yahveh, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo Templo. 9 Los que veneran vanos ídolos su propia gracia abandonan. 10 Mas yo con voz de acción de gracias te ofreceré sacrificios, los votos que hice cumpliré. ¡De Yahveh la salvación! 11 Y Yahveh dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra.

Y entonces comenzarás a acercarte —si ése es tu deseo y tu esperanza— a un tipo de conocimiento muy querido de tu corazón. Entre otras cosas, verás que no eres la primera persona a quien la conducta humana ha confundido, asustado, y hasta asqueado. Te alegrará y te animará saber que no estás solo en ese sentido. Son muchos los hombres que han sufrido moral y espiritualmente del mismo modo que tú. Felizmente, algunos de ellos han dejado constancia de su sufrimiento. Y de ellos aprenderás si lo deseas. Del mismo modo que alguien aprenderá algún día de ti si sabes dejar una huella. Se trata de un hermoso intercambio que no tiene nada que ver con la educación. Es historia. Es poesía. .. Con esto no quiero decir que sólo los hombres cultivados puedan hacer una contribución significativa a la historia de la humanidad. No es así. Lo que sí afirmo, es que si esos hombres cultos tienen además genio creador, lo que desgraciadamente se da en muy pocos casos, dejan una huella mucho más profunda que los que poseen simplemente un talento innato. Tienden a expresarse con mayor claridad y a llevar su línea de pensamiento hasta las últimas consecuencias. Y lo que es más importante, el noventa por ciento de las veces tienen mayor humildad que el hombre no cultivado...
Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan en él. En cuanto empiezan a correr sin mirar a donde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.


Libro de Jonás, 2, 2-11 (Biblia de Jerusalén)
.
El guardían entre el centeno (The Catcher in the Rye): Jerome David Salinger.