sábado, 31 de marzo de 2012

Las lamentaciones de Jeremías: las lecturas de Maitines del Triduo Sacro


Jeremías acabando de escribir las Lamentaciones
     Un poeta anónimo ante la tragedia de la destrucción de la ciudad santa después de la conquista por los babilonios (586 a. C.) entona una serie de elegías buscando la razón de tamaña desgracia nacional. Todo ha ocurrido por las infidelidades del pueblo de Judá a la Ley divina. Pero pasada la hora de la prueba, llegará la de la restauración; por eso se entreveran constantemente efusiones elegiacas, expresiones de penitencia, y súplicas a la misericordia de Yahwéh para la pronta rehabilitación del pueblo elegido. En un estilo límpido, vivaz, entrecortado y agónico se suceden los desahogos sentimentales, las imprecaciones contra los invasores y las reflexiones teológicas.
      El conjunto literario actual está formado por cinco cánticos conforme al esquema siguiente: a. Dolor por la desolación de la ciudad destruida (1,1-22). b. Dios es el autor de la catástrofe para castigar las infidelidades de su pueblo (2,1-22). c. Se describen las tribulaciones de los justos (3,1-66). d. Situación trágica de las diversas categorías sociales (4,1-22). e. Descripción patética de la toma de la ciudad; súplica de misericordia para una pronta restauración (5,1-22).
      
Tenebrario de la Catedral de Sevilla (s. XVI
Sobre este tema bíblico se han compuesto múltiples versiones musicales principalmente para su uso en el  oficio de tinieblas del Viernes Santo según el Rito Romano. En este oficio todas las luces del templo han de estar apagadas y sobre el altar debe haber un tenebrario o candelero con 15 velas. Los cirios se van apagando uno tras otro tras cada salmo para que al final quede encendido sólo el cirio que más destaca al acercarse la muerte del Redentor (los apóstoles lo fueron abandonando y el templo va quedando en tinieblas, por eso el nombre del Oficio). Al llegar al último cirio, se canta el Miserere y el cirio se sitúa en la parte posterior al altar ocultándolo, simbolizando la entrada de Jesús en la sepultura y la permanencia de la Iglesia en espera de la Luz que surgirá en la Vigilia Pascual. Terminado el "Miserere" el clero y los fieles producen un ruido de carracas y matracas, que cesa dramáticamente al aparecer la luz del cirio oculto detrás del altar, para simular las convulsiones y trastornos naturales ("hasta las piedras hablaron") que sobrevinieron a la naturaleza al morir Jesucristo Salvador.

Aquí se puede escuchar la trágica y expresiva versión hispana (mozárabe), cantada por un monje de Silos:

Y aquí la versión polifónica de Tomás Luis de Victoria
          
Las llamadas Lamentaciones, en el texto hebreo masorético (TM) del A. T.van incluidas entre los Megillot (Ruth, Cant, Eccle, Est) con el nombre de 'ékah («¿Cómo...?»), mientras que en el Talmud son llamadas Qjnot o «elegías», que es el equivalente al Trenos de la versión griega de los Setenta, traducidas al latín en la Vulgata como Lamentationes Jeremiae prophetae. Flavio Josefo (Contra Apión 1,40) las considera como formando parte de los escritos de Jeremías, igual que los Setenta; la versión siriaca y la Vulgata las colocan a continuación de los oráculos proféticos de Jeremías. Se las recitaba en conmemoración de la destrucción de Jerusalén en el 9 de 'Ab (julio-agosto). Ésta es la razón de que en el TM hayan pasado a formar parte de los Megillot.

           




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