lunes, 5 de septiembre de 2011

Inteligencia emocional y música

Francisco José Balsera, músico y amigo, acaba de ser entrevistado acerca de la inteligencia emocional y su íntima relación con el aprendizaje, ciencia en la que es experto. Me parece de un gran interés su aplicación en todos los campos de la educación, en la música, en las artes, en la vida misma y, cómo no, en el campo del Canto Gregoriano.

Fran, así conocido por sus amigos, es Profesor Superior de Piano, Solfeo, Teoría de la Música, Transposición y Acompañamiento. Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación y Experto Profesional en técnicas psicológicas para el control del estrés. Forma parte además de la Schola Gregoriana Domus Aurea, con la que ha dado innumerables conciertos y ha grabado varios CDs, siendo solista en el último dedicado a la Sibila aragonesa.

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Entre otras cosas de gran interés, afirma: Hoy podemos decir que es esencial para el desarrollo de la inteligencia emocional. La música es un arte cuya principal finalidad es hacernos disfrutar y tiene la facultad de generar en el oyente una enorme cantidad de emociones. Si cualquiera de nosotros pensamos en la música que escuchábamos en nuestra niñez, ésta nos evocará recuerdos que a su vez producirán emociones muy concretas.

Importantes pedagogos del siglo XX, como Dalcroze, Willems o Suzuki (por citar algunos de ellos) han destacado en sus escritos la importancia de la educación musical para transmitir valores y desarrollar las principales capacidades del ser humano. Los elementos constitutivos de la música (ritmo, melodía, armonía y forma) son inherentes a la naturaleza humana, de igual forma que las emociones.

Si la música está ligada a la emoción, la educación musical se convierte en el medio idóneo para desarrollar las habilidades emocionales.

¿Qué habilidades emocionales en concreto se pueden entrenar gracias a la música?

La Música es un arte tan completo que nos permite trabajar las cinco habilidades básicas de la inteligencia emocional, esto es, el autoconocimiento, el autocontrol, la automotivación, la empatía y las habilidades de comunicación.

Para que se de una educación emocional plena es necesario que los alumnos aprendan un vocabulario básico de emociones y sepan expresarlas. En este sentido, como ya he señalado en la primera cuestión en la entrevista, la música nos permite identificar diferentes estados emocionales. La autoconciencia es la habilidad emocional básica de la que se derivan todas las demás. Si yo no soy consciente de mis propios sentimientos, difícilmente seré capaz de controlarlos cuando una situación compleja me desborde o tampoco podré ponerme en el lugar de los demás (empatía). Para que una actuación musical sea exitosa es necesario que el intérprete tenga un buen autoconcepto de sí mismo, conozca sus puntos fuertes y débiles y sepa sobreponerse ante las dificultades.

Una buena gestión emocional nos ayudará a obtener autocontrol en las presentaciones públicas. Para ello es necesaria la “escenificación emotiva”, esto es, acercar al estudiante de forma progresiva a aquella situación que genera ansiedad. Es importante exponerse, y tocar ante público cuantas más veces mejor. También se pueden aplicar actividades de relajación y desinhibición corporal, así como aplicar la reestructuración cognitiva que ha demostrado ser de gran ayuda en el trabajo de la ansiedad escénica en músicos (el psicólogo Guillermo Dalia lleva muchos años investigando este tema).

La entrevista completa puede leerse en: El Portal de Inteligencia Emocional / http://www.inteligenciaemocional-portal.org/

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