En busca de las propias raíces, salgo un día de mi entorno y me encuentro frente al Pic des Moines (2.347 m. de altitud), en ese lugar entre la Hispania y la Galia, lejos de todos y cerca del cielo, donde el aire es purísimo y el sol abrasador.
Aquí, tan cerca del cielo, acude a mi mente este poema
Estás solo. Para seguir camino
te muestras despegado de las cosas.
No llevas provisiones.
Cuando pasan los días
y al final de la tarde piensas en lo sucedido,
tan sólo te conmueve
ese acierto imprevisto
de quien pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.
No quiero renunciar. Para seguir camino
acepto que la vida se refugie
en una habitación que no es la mía.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suelo escuchar los pasos de la noche.
Sé que me resulta imprescindible
aprender a vivir en otra edad,
en otro tiempo, de otra manera,
con otras gentes.
(Adaptación de un poema de Luis Garcia Montero)
Tierra, Aire, Fuego y Agua: Un descanso al lado del Ibón de Escalar, mientras su agua bulle de vida y los caballos pastan a su alrededor, en un silencio impresionante. Me conmueve ver estos pequeños lagos de montaña de origen glaciar situados en los Pirineos, por encima de los 2.000 metros de altitud; están llenos de encanto y de vida, además de ser, en muchos casos, el origen o nacimiento de los ríos de Aragón. Ahí, a su lado, en el regazo de la montaña, frente al agua miles de veces milenaria, el tiempo se detiene, y tienes que retroceder hasta ese lugar donde la memoria no existe, o si existe, se funde con el hielo y la nieve.
Sigo caminando, por montes y veredas, con mi firme cayado, y me topo con ese impreciso mundo donde las lenguas se confunden: español, francés, bearnés.
Y aspiro una vez más ese aroma inconfundible que se desprende de estas casas, tantas veces repetidas en mi vida, en mi imaginación, en mis ancestros.
Y ¿cómo no? -"con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho"- me encuentro con este precioso instrumento, de mágicos sonidos, y que trae a mi memoria tantos momentos de órgano y canto gregoriano, en la liturgia con los Amigos del Canto Gregoriano, en todos los conciertos vividos en estos años con mis amigos y colegas de la Schola Gregoriana Domus Aurea, con nuestro querido y admirado organista Jesús Gonzalo López. Imposible sustraerse al magnetismo de sus dedos, de sus teclas, de sus tubos, de su caja, de su sonido. Aquí la vida es vida, y lo demás quimeras.
Pero tengo que seguir; el camino es largo, pero el reposo final, seguro.
El monasterio se abre en la soledad, entre una vegetación desbordante, y acompañada del majestuoso sonido del río.
Desconcierta entrar en su iglesia y enfrentarse a una inquietante escenografía dual: lo moderno frente a lo antiguo; la cítara frente al órgano; el francés frente al latín, el canto actual frente al canto gregoriano. ¿Es éste el destino? ¿Conduce el camino aquí, inexorablemente?
http://www.abbaye-tournay.com/
¿No hay otra vía? http://www.barroux.org/
Abrí los ojos, desperté y tuve que enfrentarme a la realidad.
Querido Luis:
ResponderEliminarAfortunadamente hay otras vías. En la libertad de los hijos, cada caminante siga su camino.
Se me había pasado esta entrada... Pero la he recuperado a tiempo y he revivido la disyuntiva.
Gracias, también, por estas palabras tuyas.